Con el fin de la Navidad, como tantos y tantos principios de enero volvemos a retomar niños y adultos la vida diaria cargada de rutinas, horarios estrictos y buenos y nuevos propósitos para el nuevo año.
Se han convertido en tópicos aquellos relacionados con dejar el tabaco, ir al gimnasio, mantener una dieta alimenticia que nos permita perder peso, u organizar el trastero. Y precisamente lo que ha hecho que sean tópicos es que todos los años nos los proponemos y, la mayoría de ellos, no los alcanzamos. De hecho, conozco a bastantes personas que habitualmente en enero están en el mismo punto.
¿Y por qué? ¿Es que son objetivos inalcanzables? ¿Gafados quizá? ¿No son los apropiados? ¿Te ha pasado esto alguna vez? ¿Conoces a alguien que le haya pasado?
¿Te gustaría conocer unas claves muy sencillas para definir tus propios objetivos? ¿Quieres de verdad aprender a filtrarlos y lanzarte a por ellos?
Toma nota:
1.- Tu nivel de compromiso a la hora de implicarte para lograrlo debe ser el máximo posible en una escala de 1/10. Si es inferior a 7, posiblemente no sea un objetivo adecuado o no te motive suficientemente.
2.- Debes definir y detallar al máximo tu objetivo. Cuanto más concreto y específico sea, más fácil te resultará llegar a conseguirlo conseguirlo.
3.- Exprésalo de forma positiva, enfócate en lo que quieres, no en lo que no quieres. Atraes aquello en lo que te enfocas.
4.- Asegúrate que se trata de un “objetivo marciano”, es decir, pásale el filtro MARTE:
M: medible, que te permita constatar fácilmente que lo consigues en cada una de las etapas. Plantéate cómo sabrás que lo has conseguido.
A: alcanzable, posible de lograr. Quizá, una persona que mida 1,65, que pese 100 kilos, lleve una vida sedentaria y no haya hecho deporte en su vida, no pueda alcanzar la cima del Everest en un plazo de tres meses. Casi seguro resultaría inalcanzable. ¿ Y si su meta fuera a dos años vista y con un plan de dieta y entrenamiento? ¿Y si empezara por una cima más asequible?
R: realista, que dependa de ti mismo y de tu esfuerzo, no de terceras personas o acontecimientos ajenos a ti. Querer casarse con una pareja guapa y millonaria posiblemente no sea un objetivo realista, pues no depende exclusivamente de uno mismo, sino también de la otra persona.
T: a conseguir dentro de un marco temporal concreto y planeado por etapas. Muchas veces un objetivo contiene uno o varios objetivos secundarios, que ir trabajando hasta llegar al principal. De hecho, en el ejemplo del Everest la cosa cambia bastante si ampliamos los tres meses a un año y vamos estableciendo pequeños hitos hasta llegar al grande.
E: ecológico contigo y con tu entorno. Que alcanzarlo repercuta en un beneficio particular tuyo y respete también a lo y los que te rodean. Si que tú dejes de fumar de forma radical y sin ayuda (parches), va a hacer que estés irascible y con una ansiedad tre
menda, malhumorado, y trabajas como profesor infantil con niños de dos años, posiblemente, no sea este un objetivo muy ecológico para tu entorno.
Con estas cuatro sencillas claves tienes recorridos dos tercios del camino hacia tu objetivo, pues es básico saber muy bien cuál es tu lugar de destino, desearlo con pasión e ilusión, y tenerlo muy claro para después trazar la ruta en tu mapa. El error de base más común por el que no conseguimos alcanzar una meta es precisamente no haberla definido y filtrado correctamente. Es complejo y requiere tomarse tiempo, pero con la práctica resulta más sencillo y los resultados son muy satisfactorios.
En mi día a día, acompañando y ayudando a otras personas a conseguir sus propósitos vitales, sus objetivos, sus sueños, primero hacemos este trabajo de detalle del resultado que perseguimos, y luego vamos quitando las capas que lo envuelven para llegar al cogollo, a ese sueño con el que están comprometidos absolutamente y por el que están dispuestos a exponerse y cuestionarse para luego crecer.
Te propongo que empieces practicando con algún ejemplo sencillo y poco a poco vayas incrementando la complejidad. ¡Este año seguro que consigues tus propósitos! Si tienes alguna duda, consúltame.
¡Cuestiónate, cambia, crece!
