La mayoría de padres de adolescentes se quejan de las mismas cosas respecto problemas de conducta de sus hijos. En realidad, no hay ningún problema en la mayoría de casos, sino unas necesidades diferentes, difíciles de expresar por los jóvenes y complicadas de satisfacer por los padres.
Con los adolescentes, hay que cambiar las estrategias, y los padres deben aceptar cosas como: que sus niños están cogiendo carrerilla hacia la madurez, y eso implica que cuestionen lo que hasta ahora han aceptado sin más; que pongan a prueba al adulto para intentar demostrarle que son autónomos e independientes, y han abandonado la etapa infantil; que su entorno social y la aceptación por los amigos y conocidos pase a un primer plano, denostando a veces la familia; que se encierren en su mundo y exijan privacidad y que estén a menudo más irascibles.
Te facilitamos unos tips que, esperamos, contribuyan a facilitar vuestra labor educativa en esta etapa tan importante de la persona:
- Aunque lo niegue y todo apunte a que “no”, te sigue necesitando, solo que ahora debes estar ahí a su disposición, pero sin agobiarle, sin que se note demasiado, dándole su espacio y sus tiempos.
- Va a acudir a ti sólo si lo necesita, pues seguramente intente resolver sus asuntos por sus medios, lo que conllevará que gane en autonomía, independencia y seguridad en sí mismo.
- Únicamente te pedirá ayuda si siente que no le estás juzgando, por lo que tendrás que emplearte a fondo en lo que a empatía se refiere, y ponerte en su lugar, edad y contexto para comprender mejor lo que está viviendo y lo que para él significa.
- La mayoría de las veces nada más necesita que le escuches con atención plena, como si no hubiera nada más importante para ti en ese momento, y realmente debería ser así, porque si percibe que intentas darle soluciones y que opinas sobre todo lo que te cuenta, posiblemente, acabéis discutiendo y desista en una próxima vez de compartir sus preocupaciones contigo.
- Ínstale a explorar sus emociones y a actuar con libertad, dejando a un lado las opiniones ajenas, incluidas las tuyas, pues al final tiene que aprender a decidir libremente, explorando posibles consecuencias y beneficios. Aunque no lo creas, esta es una clave importante para su felicidad como adulto.
- Debes mantenerte al margen más veces de las que quisieras, y dejar que se equivoque. Aunque veas claro que se va a estrellar, siempre que no estemos hablando de temas graves, a veces es la mejor manera de aprender. Es fundamental experimentar la caída, sufrir sus efectos y saber levantarse y tomar fuerzas para continuar. Al final, esto le va a ocurrir muchas veces en su vida adulta y, qué mejor manera de aprenderlo, que en esta etapa en que están llenos de fuerza y tú estás ahí para guiarles.
- Respeta sus espacios con sus amigos. No te metas en sus conversaciones e intentes quedar como el padre o la madre simpático, porque probablemente eso le desagrade. Es mejor que pases desapercibido, les des intimidad y te ofrezcas para lo que necesiten. Su sentido del humor y el tuyo ahora, posiblemente, no coincidan demasiado, y menos en público.
- Hay adolescentes a los que no les gustan las muestras de cariño por parte de los padres en público. Les da vergüenza y se sienten ridículos, sobre todo en el caso de los chicos. Nos referimos tanto a gestos de cariño, como a formas de dirigiros a ellos. Esto para los padres es muy duro de aceptar, duele y a veces hay resistencia. Sin embargo, es su necesidad y debes respetarla.
- Proponle de vez en cuando hacer juntos alguna actividad lúdica que os mantenga unidos, pasando un buen rato y sin pretensiones de tratar temas concretos ni sonsacar información. Si le preocupa algo, es probable que lo exteriorice.
- Aunque como padre o madre de adolescente tengas todos los miedos del mundo por lo que pueda pasarle y pretendas evitarle cualquier sufrimiento posible, debes confiar en él y sus capacidades, dándole la libertad necesaria para ello. Respeta su intimidad en lo que a cotillearle o móvil o sus espacios se refiere. Con una base de confianza en vuestra relación, no será necesario fiscalizarle nada, y esta es una clave importante en la convivencia sana y armoniosa entre las personas: confianza y respeto.
Por último, recuerda que esta es sólo una etapa más de la vida de tu hijo, que te va a permitir hacer mejor las cosas, ponerle límites claros desde el respeto a sus necesidades, y permitir que se desarrolle como un ser autónomo, seguro de sí mismo, independiente y coherente.
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