Llevamos unos años en los que, afortunadamente, se han creado e ido proliferando las “escuelas de padres” que, si bien no son la panacea para asegurarte que lo estás haciendo bien y no te vas a equivocar, facilitan información muy útil y un espacio para compartir experiencias acerca de la educación de los hijos.
Sin embargo, lo que hasta ahora no he visto por ningún lado son “escuelas de hijos”, tan necesarias o más que las escuelas de padres. Y cuando hablo de escuelas no me refiero a ellas como lugares en los que se enseñe “la forma correcta de”, porque cada persona es un mundo y no hay reglas generales, sino lugares en los que se facilite información y a partir de ahí cada uno coja o deje lo que le convenga, pero de forma consciente y consecuente.
¿Te has planteado alguna vez cómo eres como hijo? ¿Te has parado a pensar en la cantidad de veces que has juzgado a tu padre o a tu madre, o tal vez a los dos? ¿Cuántas veces les has reprochado algo?
Igual tú no te ves ahí reflejado, pero los padres en un 90% de los casos son las personas más juzgadas por los hijos, menos comprendidas y más criticadas. Pasamos de la admiración que les profesamos en la infancia, al duro cuestionamiento de la adolescencia, y al posterior juicio y anulación de su autoridad en la edad adulta.
Nos creemos que sabemos más que ellos, y a lo mejor estamos más formados culturalmente hablando, pero ellos son expertos en el arte de la vida; ahí nos llevan mucha ventaja. . Nos erigimos en padres de nuestros padres pensando que conocemos qué es lo mejor para ellos. Como dice una de mis maestras, “abueleamos” constantemente.
Igual, en tu opinión, han hecho cosas mal, se han equivocado y crees que te han perjudicado, pero lo han hecho lo mejor que han podido con lo que sabían y con las circunstancias de cada momento.
Cada generación es maravillosa y perfecta, pero no olvidemos que cada una tiene su contexto, y que distan mucho unos de otros. Puesto que tú como hijo desconoces muchos detalles acerca de lo que impulsó a tus padres a actuar en cada momento de sus vidas, careces de mucha información, sé prudente. Además, piensa que son humanos, tienen dudas y no son infalibles.
¿Cómo es posible que quienes más nos aman, aunque sea a su manera, quienes nos dieron la vida, reciban los golpes que más les pueden doler de un hijo? ¿Crees que ellos no saben que alguna vez han errado, y que les duele en el corazón, aunque no lo reconozcan?
El mayor deseo de un padre o una madre es ver felices a sus hijos, y el anhelo de los hijos es hacer felices a sus padres, que se sientan orgullosos de ellos. Fíjate bien: si todos queréis lo mismo, ¿qué hacéis peleándoos y haciéndoos reproches? ¿Cuánta energía pierdes ahí? ¿De qué te sirve?
Según seas como hijo, recibirás de tus hijos. Sí. No esperes generosidad de sentimiento si tú no la tienes; comprensión y compasión si no te brota al ver a tus padres; ni admiración si miras a quienes te dedicaron su vida y no te descubres ante ellos y les profesas gratitud profunda e ilimitada.
¡Cuánto tenemos que aprender como hijos! Tengas la edad que tengas no te escapas, porque quizá no conozcas la maravilla de ser padre o madre pero, sin duda eres hijo o hija. Conozco a muchas personas, algunas ya abuelos o abuelas que están ahora ocupados en este aprendizaje, y es maravilloso ver cómo se van colocando piezas y ellos mismos en sus sistemas. La edad no es una disculpa. No cometas el error de pensar que son tus hijos los que tienen que aprender estas cosas ahora, que a ti se te pasó el turno, porque esa es una “asignatura” atemporal y que a todos nos compete mirar.
Si estás interesado o interesada en participar en la “Escuela de Hijos” de Coaching to me, no dudes en contactar con nosotros a través del correo info@coachingtome.com, o a través de la sección de “contacto” de la web coachingtome.com. Somos pioneros en España lanzando este nuevo proyecto, y estamos muy ilusionados con la idea de contar contigo, tu experiencia y tu sabiduría.
Por último y como siempre, porque nunca será suficiente, gracias papá, gracias mamá.
En cuanto a ti, te deseo que disfrutes lo que te depare la semana y des lo mejor de ti que, a buen seguro, es mucho.
Begoña Poza Navarro.