Pócima Mágica: amor, humildad, agradecimiento

Pócima Mágica: amor, humildad, agradecimiento

enfado¿Has salido alguna vez de una situación en la que emocionalmente estabas muy implicado, con ira, resentimiento o despecho? ¿Has sentido tanta rabia, orgullo o vergüenza, que no has podido dar marcha atrás, aún deseándolo, o sencillamente hablar las cosas con serenidad y tomar tu camino, sea el que sea?

No sé tú, pero yo he sido reincidente en este tipo de actitudes, y durante una parte importante de mi vida rompí algunas relaciones personales amparándome en mi dolor y lo que “me habían hecho” los demás. Así fue, y estuvo perfecto, pues hice lo que pude o lo que supe, y el aprendizaje me costó un precio muy alto, pero fue de esos que no se olvidan.

Hace un par de años, se terminó una relación laboral de mucho tiempo, durante el que se crearon muchos lazos personales y una alta implicación emocional. No hubo conflictos ni reproches por ninguna de las dos partes. Sin embargo, la actitud de algunas personas me hirió y, aunque agradecí púbicamente la oportunidad que la vida me había dado de conocer y vivir tantas cosas y a tantas personas, y lo hice de corazón, me fui de puntillas, casi silencio y sin apenas explicaciones. No tenía fuerza ni aliento para hacerlo de otra forma.

Pensé que todo había terminado, y cuando digo todo, me refiero a las relaciones personales y la laboral. Cada cual siguió su camino, y no volví a ver a la mayoría de compañeros.

De repente, hace un par de meses, supe una noticia horrible acerca de mi antigua empresa y compañeros. Lo viví de una manera que jamás podría haber imaginado. Parecía que aún estaba allí, y tuve la necesidad de estar a su lado y aportar mi granito de arena.

Me sorprendió mucho ver hasta qué punto me había tocado la historia y que, lo que yo daba por zanjado, sí lo estuviera respecto al trabajo, pero no respecto a las personas.

Tomé conciencia de que lo que había hecho estos dos años era una huida hacia delante, y que en realidad, ahí hay un vínculo muy sólido. Escuché a mi alma, y tuve claro que tenía ante mí la oportunidad de hacer bien y en conciencia lo que tenía pendiente: sanar la herida amorosamente, y darme permiso para seguir adelante.

Unos días más tarde, asistí a una reunión a la que sabía que acudirían muchos de mis ex compañeros y mi jefe. No me esperaban, y yo iba con nervios y miedo al rechazo, pero me apetecía de verdad dar algunos abrazos y ver a algunas personas, eso sí, con la cabeza muy alta y la mejor de mis intenciones.

Efectivamente, había mucha gente, muchos compañeros. Fue maravilloso el reencuentro. Todo era cordialidad, cariño y muy buenos recuerdos.

En cuanto a mi jefe, siempre habíamos tenido una buena relación, profesional pero cordial, y me ponía bastante nerviosa pensar en qué reacción tendría al verme allí. Las palabras que lo describen son: naturalidad, cariño, agradecimiento. Parecía como si en el fondo ambos hubiésemos estado esperando ese momento, como si nos faltara esa pieza para completar un puzle que nos pertenecía a los dos.

Cuando llegué a casa, me sentía plena, valiente, grande, madura. Ahora sé que se han sanado las heridas, y los vínculos permanecerán de por vida.

Por fin he pasado página emocionalmente hablando, y por fin siento que tengo el permiso para recorrer nuevos caminos desde el disfrute.

No se trataba de cerrar nada, sino de aplicarle unas gotitas de la pócima mágica de sanación, cuyos ingredientes son: humildad, agradecimiento y amor. ¡Nunca falla, nunca!

Ahora que sé prepararla y los efectos tan maravillosos que produce, voy a utilizarla en otro asuntillo, pero eso ya será para otro día.

Como siempre, es un placer compartir contigo. ¡Hasta la próxima semana!! ¡Vive y disfruta!

adelante Begoña Poza Navarro.


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